El mundillo educativo y la gran pantalla llevan coqueteando desde hace muchos años. Las películas centradas en profesores, en alumnos y en la pelea diaria de sacar a delante un curso suponen una larga tradición que, lamentablemente, ha traído consigo una serie de clichés muy alejados de la realidad escolar, tanto aquí como en los USA.
No vamos a hablar en esta entrada sobre películas cuyo tema sea la educación. Es evidente que existen excelentes ejemplos de historias bien llevadas, donde aparece algún profesor, donde se enfoca el problema desde un punto de vista realista o incluso épico (caso de la reciente El profesor o de El club de los poetas muertos) Pretendemos hablar de las películas de profesores como subgénero dramático hermanado con todas aquellas cuyo protagonista es un entrenador y un equipo de inadaptados, por ejemplo. Interesa resaltar que la visión de la trama, e incluso su resolución, suele andar pareja en ambos casos, pues presenta un tópico con final feliz/imposible, a pesar de su imagen real: El individuo contra el sistema.
A lo largo del visionado de muchas de estas cintas he detectado una serie de coincidencias que me dispongo a exponer. No son las únicas que hay, pero seguro que os suenan:
Primero. Las suele interpretar alguna estrella consagrada. Caso de Michelle Pfeiffer, Julia Roberts, Hillary Swank, Sidney Poitier, etc. Se trata de actores que, o bien han ganado un oscar por algún trabajo, o bien se encuentran en primera linea de fuego. Supongo que no pueden resistirse a pontificar en ese momento tan dulce de sus carreras. Quizás se vean reflejados en el guión de la historia. A fin de cuentas, ellos también son un reflejo del american dream.
Segundo. El sistema se pone en duda con la llegada del profesor, que además es interino. El escenario donde se plantea la acción suele ser una institución caduca, plagada de profesores conservadores, donde la directiva es retrógrada y los alumnos se encuentran desmotivados.
La llegada del nuevo profesor, con sus métodos pedagógicos ultramodernos, revoluciona todo el panorama.
Tercero. Diferentes tipos de profesores dentro del claustro. Desde el enemigo, es decir, el profesor conservador que se pasa toda la película frunciendo el ceño como si olisqueara mierda; hasta el profesor colega, que aconseja al protagonista y se preocupa por él; pasando por un interés romántico, que suele ser otro compañero más bueno que el pan, pero temeroso de enfrentarse al sistema.
Si la película está protagonizada por una actriz, este interés romántico viene salpicado por ciertos momentos cómicos y una especie de tensión sexual no resuelta hasta el final de la cinta.
Cuarto. Diferentes tipos de alumnos dentro del aula. Desde el chivato del enemigo (un jovencito cabrón más conservador y serio que sus propios y estirados padres) hasta el graciosillo de turno, la parejita enamorada, el empolloncete... y por supuesto, el alumno problemático, con familia disfuncional, que resulta ser un genio y se muere por acudir a clase... aunque es demasiado malote para reconocerlo.
Quinto. Directiva cabrona e inflexible. Sus miembros suelen estar interpretados por actores estirados y seriotes, representativos, por supuesto, de todos los males que afectan a la comunidad educativa. Desde el principio cogen ojeriza al protagonista e intentan fastidiarle, pero al final (dados sus resultados académicos, ojo) no queda otro remedio que aceptar su singularidad y congratularse por contar con su presencia en el claustro.
Sexto. Implicación emocional. Siempre hay un momento en que el protagonista se encariña con uno de sus alumnos (suele ser el alumno problemático) y atraviesa una crisis por su culpa. Afortunadamente, todo se soluciona cuando por una serie de visicitudes (charla con otro profesor o una figura paternal) vuelve a recuperar la marcha y saca a delante su trabajo.
Séptimo. Final feliz. El profesor logra superar las adversidades y llega indemne a su Ítaca particular. En ocasiones decide quedarse a trabajar dentro del centro (como si esto fuese algo que dependiera de él, ¿verdad?), pero lo que más sorprende es encontrarse con el típico letrerillo donde se nos explica que todo lo visto sucedió más o menos así. La ficción es más bonita que la realidad, por descontado.
¿Qué viene a continuación? Pues el crudo y desagradable sabor del día a día.
La educación es un proceso dilatado en el tiempo, así que ante la alegre resolución de estas películas uno ha de preguntarse casi por obligación qué sucedió después: ¿Volvieron a caer los alumnos en las drogas cuando se marchó su profesor? ¿Acabó éste con depresión por desperdiciar media vida viajando de centro en centro? ¿Sirvió su paso por el colegio para tambalear los cimientos de la anquilosada comunidad educativa? ¿Se cuestionaron los valores y el funcionamiento del sistema educativo? ¿Dónde diablos estaba la inspección educativa cuando el profesor cerró los libros de sus alumnos y comenzó a hablarles de la vida? ¿Por qué le permitieron salirse de su programación? ¿Cómo es que se cuela por un barrio lleno de delincuentes armados y no le sucede nada? Y lo que es más importante...
¿Por qué yo nunca he tenido una pinta tan sexy como la de Julia Roberts?
Educación y cómic by P.J. Cifuentes
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